La instancia reunió a actores del mundo CTCI, destacando la articulación territorial y el potencial de la macrozona para abordar desafíos del desarrollo sostenible.

En la ciudad de La Serena, el pasado martes 15 de julio, el Consejo Nacional de CTCI realizó la sesión “Chile Crea su Estrategia CTCI 2026”, instancia que tuvo como principal objetivo incorporar la mirada regional a este documento que está actualmente en proceso de validación final. 

El encuentro, que fue apoyado por el Nodo CIV-VAL y la Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para las regiones de Coquimbo y Valparaíso, contó la participación de académicos, investigadores, representantes del sector público y sociedad civil. 

Silvia Díaz, presidenta del Consejo Nacional de CTCI, se refirió a esta instancia, comentando que: “Hemos tenido muy buenos aliados en el trabajo que venimos desarrollando ya hace un par de años en regiones desde el Consejo Nacional de CTCI. Estamos contentos por el apoyo de la Seremia y principalmente de los Nodos Macrozonales y también de los Nodos de Laboratorios Naturales para no dejarlos afuera. Ha sido un gran soporte la coordinación territorial del trabajo que estamos desarrollando desde Chile Mira su CTCI y principalmente este año en la actualización de la estrategia nacional de CTCI para el desarrollo de nuestro país. Los casos regionales que han aparecido han sido bien diversos, muy contundentes, abordando las tres dimensiones para el desarrollo sostenible de Chile, la dimensión ambiental, la dimensión económica y la sociocultural. Creemos que el contenido que estamos recopilando es absolutamente contundente y necesario para poder tener esa bajada territorial que a veces no es tan explícita en las estrategias nacionales. Y hoy queremos que sea mucho más concreta para poder así apoyar un poco también el trabajo de las estrategias regionales que desarrollan los comités regionales de CTCI”.

Por su parte, el Seremi de CTCI para las regiones de Coquimbo y Valparaíso, Rodrigo González, destacó las capacidades locales y el rol articulador del Nodo CIV-VAL, buscando una propuesta inclusiva que responda a los desafíos del país: “Hoy estamos en la Región de Coquimbo, en la Universidad de La Serena, congregados con una diversidad de actores del mundo CTCI, del mundo productivo, investigadores e investigadoras de distintas universidades y casas de estudio de la región, que nos ha permitido, a través de este diálogo. Esta es una instancia que se está desarrollando por distintas partes del país y hoy, en esta macrozona ha participado el Nodo CIV-VAL como articulador de ese ecosistema. Esta región tiene muchas capacidades, y esas capacidades hoy día están dispuestas a poder plantear y ordenar esta línea base en función de crear una estrategia CTCI que represente a todas y todos, no solamente a los investigadores, sino que tribute a los desafíos del país”.

Para finalizar, Vilbett Briones, directora alterna del Nodo CIV-VAL y académica de la Universidad de La Serena planteó que: “Para nosotros es muy importante participar aquí a través del Nodo CIV-VAL, porque tiene el rol muy importante poder articular y poder estar presente en estos diálogos entre los investigadores y poder conversar de nuestras problemáticas, de conocer nuestro territorio, de poder proyectar las distintas miradas y sobre todo construir en el largo plazo, porque no podemos seguir mirando la región en el mediano o corto plazo, sino que poder tener esta mirada futura y poder desarrollar la región. Nos faltan muchas cosas que poder aunar, poder desarrollar la industria, poder desarrollar el quehacer científico también, pero con una mirada globalizada”.

Actores locales e internacionales se reunieron para repensar las políticas públicas desde los territorios. 

Entre el 9 y el 11 de julio, la Región de Coquimbo fue escenario del evento internacional Territorios Conectados, impulsado por Fundación Chile y CORFO. La iniciativa buscó repensar las políticas públicas en América Latina desde una perspectiva descentralizada, promoviendo la innovación y el conocimiento desde los territorios. 

Durante tres jornadas, donde el equipo del Nodo CIV-VAL participó activamente, actores locales, organizaciones, empresas y expertos internacionales trabajaron en torno a desafíos como la crisis climática, la desigualdad y la reconversión productiva, con foco en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

“El Encuentro Internacional Territorios Conectados evidenció cómo una visión territorial puede articularse con procesos globales, abordando desafíos compartidos como la crisis climática, la inclusión digital y la economía del conocimiento. Durante seis jornadas en distintos espacios de La Serena y Coquimbo, constatamos que impulsar transformaciones desde los territorios no solo es clave para generar impacto, sino también para sostenerlo en el tiempo. Como Nodo CIV-VAL, que articula la CTCI con pertinencia territorial, valoramos especialmente la integración de actores locales: más de 150 personas, entre ellas comunidades de La Higuera y Río Hurtado, participaron en una instancia previa junto a Fundación Chile y Corfo, visibilizando desafíos desde su experiencia directa. La presencia activa de las alcaldesas de ambas comunas reforzó la importancia del liderazgo local en la transición hacia modelos sostenibles” comentó Celeste Cifuentes, integrante del equipo técnico del Nodo CIV-VAL y participante de este encuentro.

Por: Bernardita Skinner, Periodista, licenciada en comunicación social, Magíster en Arte mención Patrimonio y Dra. (c) en Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha (UPLA). Académica asociada Departamento de Estudios Territoriales y Diálogos Interculturales, Facultad de Ciencias Sociales, UPLA.

El recordado profesor Eduardo Reyes Frías (1929-2024) hubiera cumplido 95 años este mes. Fue por décadas el principal referente del periodismo científico en Valparaíso, conocido en ámbitos académicos, en las comunidades y en los medios de comunicación locales. Antes de titularse de periodista en 1974, fue investigador en la Estación de Biología Marina en Montemar y capitán del buque oceanográfico de la Universidad de Chile en Valparaíso. A partir de esa experiencia nació la inquietud de informar -e involucrar- a la sociedad en el desarrollo de la ciencia. En 1976 fue uno de los fundadores de la Asociación Chilena de Periodistas y Profesionales para la Comunicación de la Ciencia, Achipec.

“El periodismo científico es un puente de doble tránsito entre el laboratorio y la calle”, nos decía Eduardo Reyes, explicando que el rol del periodista no es solamente llevar la información desde el ámbito científico hacia otros espacios, sino que también, permitir que la producción de nuevo conocimiento dialogue con las inquietudes e intereses de la ciudadanía. Ésta es una de las enseñanzas que hoy más nos hacen sentido, cuando el concepto de apropiación social del conocimiento ha cobrado fuerza frente al de divulgación.

¿Cómo se apropia la ciudadanía de la ciencia, tecnología, conocimiento e innovación (CTCI)? La idea es que esos conocimientos hagan sentido y se vinculen con las realidades y contextos sociales. Así lo entendieron también quienes diseñaron la División Ciencia y Sociedad del MinCiencia, implementada el año 2020, para “potenciar la apropiación social del conocimiento a través de nuevas capacidades institucionales”, como la creación del programa Ciencia Pública.

Bernardita Skinner, columnista.

Eduardo Reyes fue un visionario. Entendió desde temprano que la ciencia no solo debía divulgarse, sino también proyectarse socialmente, o bien, como señala el académico español Miguel Alcibar (2004), se trata de “recontextualizar” los contenidos desde el discurso científico al ámbito divulgativo. Ello exige, además, nuevas narrativas y creatividad. ¿De qué sirve difundir informes sobre cambio climático si no se vinculan con la experiencia de las personas? 

En esa misma línea, se refuerza la idea de que la apropiación social de las CTCI va más allá del concepto tradicional de divulgación -cuyo origen etimológico, divulgare, se puede traducir como “poner al alcance del vulgo o del pueblo”-, ya que este último implica, tácitamente, una comunicación unidireccional.

A mediados de los años 60’ Eduardo Reyes alertaba acerca de la contaminación ambiental de Quintero-Puchuncaví que estaba afectando a sus habitantes. Antes de que el caso se convirtiera en una “zona de sacrificio” emblemática. “El periodismo siempre ha estado atento a denunciar los impactos ambientales”, escribió al respecto. Sus palabras cobran cada vez más relevancia, en medio de crisis ambientales, pandemias y fenómenos climáticos, como los recientes tornados ocurridos en el sur de Chile. La ciudadanía necesita comprender, cuestionar y apropiarse del conocimiento científico e incorporarlo a la vida cotidiana y a las decisiones colectivas, con mirada crítica y reflexiva.

Profesor Eduardo Reyes Frías.

Eduardo Reyes también consideraba “un cambio cultural tremendo”, la irrupción de las redes sociales, y lo que él observó como un avance en la democratización de la ciencia, en el sentido de que hay una cultura científica más difundida. En una época en que la información abunda, la comunicación de la ciencia refuerza su indispensable labor. El papel de los periodistas y de quienes divulgan, debe ser velar por la rigurosidad de la imagen pública de la ciencia que construyen los medios de comunicación, redes sociales, y otras plataformas. 

La comunicación debe facilitar el diálogo e interacción con el territorio, las culturas y los problemas reales de la sociedad. Un compromiso esencial ante los desafíos del cambio climático en Latinoamérica, en donde confluyen desigualdades estructurales, crisis hídricas y extractivismo. El periodismo no puede desvincularse de los conflictos socioambientales que afectan a comunidades históricamente marginadas. Comunicar ciencia no es aplaudir sin cuestionarse, sino democratizar el acceso a ella, para que realmente pueda convertirse en poder ciudadano y motor de cambios estructurales. 

Más que un profesor, Eduardo Hernán Reyes Frías fue un verdadero maestro que enseñó con palabras y con acciones acerca del periodismo científico y su rol social. Nos inculcó además, el valor del reporteo en terreno, que sin duda obtuvo de sus múltiples experiencias y travesías.

BBAC surge como una solución innovadora y comunitaria para detectar bacterias y proteger la salud de quienes más lo necesitan.

¿Sabías que en Chile existe una profunda desigualdad en el acceso al agua potable segura? Mientras en las zonas urbanas se realizan controles bacteriológicos diarios según la norma NCh 409/2, en muchas áreas rurales las comunidades deben esperar entre 30 y 60 días para recibir resultados, lo que las deja expuestas a enfermedades de origen hídrico como cólera, diarreas infecciosas, hepatitis A y fiebre tifoidea.

Frente a esta realidad, [pH] Gestión Transversal SpA desarrolló BBAC, un sistema innovador de monitoreo comunitario y alerta temprana que permite detectar de forma sencilla posibles contaminaciones bacteriológicas en el agua potable rural. BBAC fortalece la gestión de los Servicios Sanitarios Rurales (SSR), protegiendo la salud de comunidades especialmente en los períodos sin monitoreo. También es útil en albergues, sistemas precarios, camiones aljibe, edificios y fuentes independientes del sistema sanitario local, así como en el control de procesos de desinfección.

Pilar Honorato, fundadora y gerente de [pH] Gestión Transversal SpA nos cuenta sobre los inicios de este innovador sistema y sus principales desafíos: 

¿Cómo nació esta iniciativa y en qué consiste?
Como químico laboratorista, realizaba análisis bacteriológicos para APR y me parecía profundamente injusta la brecha en la frecuencia de monitoreo entre zonas urbanas y rurales. Tuve la oportunidad de integrar un equipo de investigación liderado por la Dra. Gabriela Castillo de la Universidad de Chile (QEPD), quien fue mi mentora. Juntas desarrollamos una metodología muy fácil de implementar, interpretar y económica, que permitiera a cualquier persona detectar indicadores de contaminación en el agua de consumo humano.

Pilar Honorato.

Con apoyo de la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) y un equipo humano excepcional, logramos convertir esta metodología en una norma chilena: la NCh 2756:2002, declarada Oficial de la República por Decreto del Ministerio de Obras Públicas N°2237 de diciembre de 2002. Sin embargo, esta información no llegó a las manos de las comunidades. Por eso postulé a fondos Corfo, con el acompañamiento de La Brújula Cowork, y pude “paquetizar” la norma y comenzar lo que llamo una evangelización por el aseguramiento de la calidad del agua, visitando localidad por localidad, porque cada una tiene realidades distintas. Mi sueño es que esta implementación llegue a convertirse en política pública, como un acto concreto de justicia social en una materia que de acuerdo a mi mirada, aún está pendiente en Chile.

BBAC incluye capacitación integral a dirigentes, operadores, administrativos de los SSR, o a toda la comunidad, sobre control de calidad de aguas y normativa vigente. Trabajamos directamente en terreno para implementar la metodología de detección de bacterias indicadoras de contaminación y sugerimos acciones inmediatas para correir la anomalía.

¿Cómo funciona BBAC en la práctica?

Usamos una unidad experimental: un frasco de 260 ml con medios de cultivo y reactivos deshidratados y estériles. Se añade 100 ml de muestra de agua (potable o cruda), se agita y se incuba entre 30 y 37 °C. El medio toma un color amarillo suave.

A las 24 o 48 horas se observan los resultados: la aparición de un precipitado negro o el ennegrecimiento del líquido indica presencia de bacterias indicadoras de contaminación (más de 10 bacterias por 100 ml).

¿Cuáles han sido los principales desafíos?

Aportar herramientas amigables y efectivas para mejorar la calidad de vida de personas que viven alejadas de los grandes centros urbanos, ayudando a reducir la brecha sanitaria entre el mundo urbano y rural.

¿Cuáles son las proyecciones a largo plazo de BBAC?

Concluir el desarrollo de BBAC IA, que permitirá complementar el sistema actual con dispositivos inteligentes que alerten automáticamente –vía celular o correo electrónico– a los encargados de la calidad del agua en cada sistema rural, cuando se detecte una anomalía sanitaria. Ya estamos logrando resultados desde las 7 – 13 horas de incubación, lo que permite anticiparse, no sólo reaccionar, ante un deterioro en la calidad del agua.

Este sueño busca llevar la ciencia aplicada a las manos de las comunidades rurales, de manera simple y económica, que ayude a entregar agua segura para todos y todos los días.

Este documento se encuentra disponible para su descarga al final de la noticia.

Uno de los ejes de acción de Nodo CIV-VAL es poder visibilizar acciones e iniciativas que se estén desarrollando en las regiones de Coquimbo y Valparaíso y que contribuyan al fortalecimiento del ecosistema de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI). Es por esto que hoy queremos presentarles el Manual HANDBOOK: Buenas Prácticas para la Industria del Cultivo del Ostión del Norte, documento elaborado por Nelson Reyes, gerente de procesos de acuicultura industrial, asesor y experto en criaderos de vieiras y ostras.

Nelson además fue uno de los seleccionados en la primera convocatoria del Nodo del programa Tesis para Impactar el Territorio, instancia donde presentó este manual y pudo participar de la presentación de póster final.

“La idea partió al complementar mi carrera en la acuicultura en Chile y extranjero con una visión ingenieril en la operación, ya que, una vez, que manejas el know how del ciclo de vida de una especie comercial (Argopecten purpuratus), requieres implementar el proceso en un Cadena de Valor. De acuerdo a esta visión era lógico traspasar mi trayectoria profesional en un compendio que validara y respaldara la información de la industria Pectinicultura, especialmente por la región y comuna donde se desembarca más del 90 % de la producción de ostiones (vieiras, zamburiñas, scallops) de Chile, este es Tongoy. Así fue como surgió este Handbook de las buenas prácticas… filtrado por el departamento de ingeniería industrial de la UNAB, y tres investigadores con grado de doctor que estuvieran y/o hayan estado en la contingencia de la industria del ostión de norte en Chile, además de la validación de la Universidad Católica del Norte (UCN) y de Aquapacífico” comentó Nelson.

Para Nelson la motivación principal fue analizar los pros y contras de la industria acuícola del ostión del norte en Chile, considerando perspectivas técnicas, económica-comercial, medioambiental y sociocultural. De esta forma, se buscó evidenciar errores y aciertos en los procesos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), para que sirvan de base en nuevos emprendimientos, evitando errores pasados: “La motivación fue mostrar lo aprendido, para que sirva como base en el I+D+i de nuevos emprendimientos, pero no repetir los errores. La motivación también estuvo en mostrar un nicho de desarrollo acuícola y comercial entre el industrial y el artesanal, llamado Acuicultura de pequeña escala (APE) las cuales son PYMES que manejan las competencias técnicas, asociaciones con la academia en investigación y la propia innovación apoyada por proyectos de ANID y Corfo”.

Por su parte el Dr. Eduardo Uribe, coautor de este manual nos comentó sobre la importancia de participar dentro de esta investigación, aportando que: “fue una enorme posibilidad de recopilar, ordenar y proyectar los estudios de ciencias básica, tecnológica, industrial, social y económica del recurso Ostión, que fue la base para desarrollar la actividad acuícola en las últimas décadas para la III y IV región, logrando exportar un producto de alta calidad, tanto alimentaria, como sanitaria, que los países europeos han sabido valorar”.

Con foco en la colaboración y la innovación regional, el encuentro convocó a representantes clave del ecosistema regional.

El pasado miércoles 18 de junio, en las dependencias de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) el Nodo CIV-VAL realizó el primer Encuentro Líderes CTCI para la Región de Valparaíso, espacio que reunió a diferentes actorías del ecosistema destacando la presencia del sector público, privado, academia y empresas de Base Científico-Tecnológica. 

El evento dio inicio a una serie de actividades orientadas a identificar desafíos y proponer soluciones en áreas estratégicas como alimentos, biodiversidad, recursos hídricos, ciencia y género, desde la perspectiva de la CTCI en la región. Asimismo, se buscó fortalecer vínculos entre actores del ecosistema regional, desarrollando rondas de pitch y mesas colaborativas, permitiendo compartir lineamientos, capacidades y proyecciones para 2025.

Macarena Rosenkranz, directora ejecutiva del Nodo CIV-VAL y directora de Innovación de la PUCV, se refirió a este evento, puntualizando que: “nos encontramos hoy en el Encuentro de Líderes CTCI de la Región de Valparaíso, actividad que ya realizamos en la Región de Coquimbo, donde básicamente el Nodo CIVAL promueve la articulación entre los distintos actores del ecosistema de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, instituciones públicas, privadas y entidades generadoras de conocimiento. La idea es que cada una de estas instituciones pueda dar a conocer sus iniciativas, cuáles son las convocatorias, los desafíos, para que podamos articular las capacidades que impacten directamente en el territorio, favoreciendo el desarrollo económico de la macrozona centro”.

Junto a esto, Rodrigo González, Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para las regiones de Coquimbo y Valparaíso, se refirió este encuentro puntualizando que “ la Región de Valparaíso presenta una gran capacidad de distintas autoridades, tanto públicas como privadas, que tributan al ecosistema CTCI, que es un ecosistema que piensa las cosas de manera distinta y que hoy día, a través de ese pensamiento, de las acciones que tienen, los desafíos, las oportunidades, las brechas, han presentado su trabajo y que nos va a servir para poder definir una hoja de ruta en el trabajo que se viene en el año 2025 y 2026. Todo esto catalizado por el nodo CIVAL, que es un instrumento que se genera a través de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, que depende del Ministerio de Ciencia, para poder dimensionar los ecosistemas, pero también para disponer de las capacidades del ecosistema y que las acciones y actividades que tenga cada miembro tributen a un objetivo en común, que es tomar mejores decisiones para las regiones”. 

Apreciación de los invitados

Este encuentro además contó con la participación de diversas autoridades regionales quienes relevaron el rol del Nodo CIV-VAL y la importancia de este encuentro para el fortalecimiento del ecosistema: 

Camila Bolados, jefa de la División de Fomento e Industrias del Gobierno Regional de Valparaíso: “Como Gobierno Regional estamos extremadamente contentos de poder participar en este primer Encuentro Regional de Líderes de CTCI. Sabemos el rol estratégico que cumple la ciencia, la tecnología, el conocimiento, la innovación para resolver problemas locales, pero también con una mirada global. También sabemos que los problemas o los desafíos que tiene la Región de Valparaíso no son tan distintos a los que tienen otros lugares del mundo y creemos profundamente en la capacidad de nuestras academias, de nuestros emprendedores de base científica y tecnológica de ofrecer soluciones que mejoren la calidad de vida de los habitantes de la región, pero que también piensen en clave de generar impacto global. El tener este primer encuentro nos permite mapearnos, reconocernos, volver a juntarnos y volver a poner en el centro cuáles son los grandes temas que tenemos en común, cuáles son los desafíos transversales y cómo los enfrentamos con mirada estratégica, con planificación y principalmente con articulación y trabajo colectivo”.

Etienne Choupay, director regional de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO): “Para nosotros como CORFO Valparaíso, muy felices de estar aquí acompañando al Nodo CIV-VAL, sobre todo porque estamos súper seguros de esta conjunción que tiene que existir entre el desarrollo científico, el desarrollo tecnológico y cómo eso es un insumo para abordar la innovación, sobre todo desde el punto de vista de innovación tecnológica que contribuye al sector privado y también a nuestra sociedad, por lo tanto este trabajo que tiene que ver además con los ejes que ha priorizado el Nodo nos permite trabajar posiblemente en futuros emprendimientos de base científica tecnológica, en futuras colaboraciones también entre empresas y universidades para poder avanzar hacia una, ojalá, mejor región basada en innovación y emprendimiento.

Conoce el listado de tesis seleccionadas descargando el documento al final de la noticia. 

La segunda versión del programa Tesis para Impactar el Territorio ya cuenta con las investigaciones seleccionadas para este año. Es importante recordar que este concurso, dirigido a estudiantes de pre y postgrado en proceso de tesis o tesis finalizada, busca identificar, promover y visibilizar, la articulación de proyectos de titulación de pre y postgrado enfocados en resolver necesidades, problemas o desafíos de la Macrozona Centro en las áreas de: Alimentos, Biodiversidad, Recursos Hídricos y Remediación de Suelos Contaminados por actividad minera. 

Este año fueron 23 proyectos de titulación seleccionados y quienes lo lideran serán parte de instancia de formación y apoyo en la divulgación científica de sus tesis compuesta por talleres de Comunicación de la ciencia y Escritura de artículos científicos. Además los y las seleccionadas recibirán un incentivo económico, detallado en las bases.

Desde el Nodo CIV-VAL agradecemos a todos y todas quienes participaron de esta instancia y felicitamos a quienes fueron seleccionados de participar de la Segunda Versión del Programa Tesis para Impactar el Territorio.


Encuentro se realizó entre los días 27 y 30 de junio y reunió a expertos en el área de emprendimiento e innovación.

Karina Salas, gestora tecnológica del Nodo CIV-VAL participó como moderadora en el Seminario – Taller para Profesionales del Ecosistema Emprendedor de América Latina (ST-Prodem) encuentro internacional que fortalece las capacidades de profesionales del ecosistema emprendedor de América Latina, promoviendo la formación, reflexión e intercambio de experiencias.

Este encuentro, realizado en la ciudad de Concepción entre los días 27 y 30 de mayo, reunió a destacados expertos y profesionales que apoyan el emprendimiento y la innovación, tanto desde organizaciones como de forma independiente. 

Nuestra gestora, quien además es gerente y cofundadora de La Brújula Incuba, moderó una especial conversación con la Dra. Silvia Mah, científica, inversionista de startups lideradas por mujeres, académica y fundadora de la red Stella, quien tiene el énfasis en “Impacto con Integridad” con base en San Diego USA , quienes abordaron sobre los desafíos que enfrentan las mujeres al momento de emprender. 

“Poder conversar con Silvia Mah frente a una audiencia latinoamericana de más de 300 personas fue una oportunidad única para visibilizar las brechas estructurales que aún enfrentamos las mujeres en el emprendimiento, especialmente en el acceso a financiamiento. Desde mi experiencia en la Región de Coquimbo y Valparaíso, tengo la convicción de que cuando conectamos ecosistema, género y territorio, generamos transformaciones reales. Necesitamos más mujeres liderando, invirtiendo y tomando decisiones en ciencia, tecnología e innovación” comentó Karina Salas, gestora tecnológica del Nodo.

Por: Marcelo Olivares Arenas, Director del Laboratorio Natural Océano Centro Norte y Director Instituto de Políticas Públicas, Universidad Católica del Norte, Coquimbo; y Dra. Verónica Molina Trincado, Directora Alterna del Nodo Laboratorio Natural Océano Centro Norte y Directora Hub Ambiental, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso.

El planeta es azul por estar cubierto principalmente por el océano, el cual produce la mitad del oxígeno en la Tierra. Chile con su gran costa, cubre en el Pacífico una de las mayores extensiones latitudinales de jurisdicción nacional del mundo, además de albergar condiciones únicas para el desarrollo de la vida marina y de actividades económicas, culturales, ancestrales y turístico-recreativas.

En un contexto donde existe y se proyecta un acelerado uso del espacio marino-costero, y nos enfrentamos a los cambios que se registran en el océano, estrechar lazos entre el conocimiento, la ciudadanía y los tomadores de decisiones, en distintos niveles, es fundamental para habilitar un desarrollo más sostenible en el Mar de Chile, que contribuya al bienestar nacional, pero también a la salud de los ecosistemas y de las personas que viven de, en y con el océano.

Sin embargo, esto no ocurrirá de manera espontánea y se requiere fortalecer la presencia, la colaboración y el impacto de las actividades y los desarrollos científico tecnológicos en los territorios.

En este sentido, el trabajo de un grupo de universidades y centros de investigación de la zona centro norte de nuestro país, organizadas en el Nodo Laboratorio Natural Océano Centro Norte, financiado por ANID, ha identificado como elementos clave para avanzar en esa dirección, y hacia una política de laboratorios naturales: la promoción de interacciones y redes entre actores, la vinculación de desafíos globales y locales, el acercamiento del conocimiento a las comunidades de manera más permanente, la identificación de problemas y necesidades en el territorio, y el establecimiento de mecanismos para incidir localmente en las metas y la asignación de recursos destinados a I+D+i.

Mientras el país se proyecta como líder, con una ambiciosa y merecida candidatura de Valparaíso a transformarse en la primera ciudad del Sur Global en albergar una Secretaría Técnica de Naciones Unidas (en el marco del Acuerdo BBNJ), resulta fundamental la proyección y articulación de los desafíos científicos y tecnológicos del país en el océano y sus territorios, con su conectividad y proyección internacional, en un escenario de triple crisis donde el planeta necesita con urgencia un fortalecimiento de las capacidades de los países del hemisferio sur en la ciencia y otros asuntos oceánicos. 

Por: Dr. Mauricio Ureta Bernal, director y académico de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso (UV); director del Magíster en Trabajo Social Clínico UV. 

En las últimas décadas, ha cobrado fuerza la idea de poner la ciencia al servicio de la sociedad. Los grandes desafíos contemporáneos —desde el cambio climático hasta las desigualdades sociales—, han hecho evidente que el conocimiento científico, la tecnología y la innovación deben orientarse al bienestar de las personas y los territorios. En Chile, la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) y su Política Nacional de CTCI ha subrayado este enfoque, reconociendo que estos son agentes transformadores clave para un desarrollo sostenible e integral.

Este paradigma articula la producción de conocimiento con las necesidades concretas de comunidades diversas, promoviendo la participación ciudadana en la definición de problemas y soluciones. En este contexto, el Trabajo Social —disciplina históricamente comprometida con la justicia social y el desarrollo humano— ofrece una perspectiva crítica para vincular la CTCI con el bienestar comunitario.

Ciencia, tecnología e innovación con compromiso social

No basta con generar conocimiento; es crucial para qué y con quiénes se genera. Las ciencias sociales han advertido sobre el riesgo de una “ciencia aislada”, desconectada de los contextos locales. Desde una mirada crítica, numerosos enfoques abogan por democratizar la ciencia, colaborando con actores no académicos y saberes comunitarios. Un ejemplo es la Investigación-Acción Participativa, impulsada por Orlando Fals Borda, que promueve la co-producción de conocimiento entre académicos/as y comunidades para impulsar cambios sociales.

La apropiación social del conocimiento se entiende como el proceso mediante el cual los resultados científicos son internalizados por la ciudadanía, permitiendo traducir el saber técnico en poder para la toma de decisiones locales. Estas perspectivas cuestionan la rígida división entre conocimiento “experto” y “popular”, proponiendo diálogos de saberes que enriquecen la comprensión de los problemas sociales.

A nivel internacional, el Trabajo Social también ha reformulado su relación con la ciencia. La Definición Global del Trabajo Social (FITS) destaca que esta profesión es interdisciplinaria y transdisciplinaria, basada en diversas teorías científicas e investigaciones, entendiendo la ciencia como conocimiento al servicio de la acción. La producción de saber ocurre junto a las comunidades, incorporando sus voces y experiencias. Esta orientación crítica se alinea con los llamados globales a descolonizar el conocimiento, valorizando saberes locales tradicionalmente relegados.

Dr. Mauricio Ureta Bernal.

Así, el Trabajo Social concibe la CTCI como herramienta para transformar realidades sociales. En Chile, iniciativas como Ciencia Pública buscan socializar el conocimiento mediante experiencias participativas y trabajo comunitario.

Del mismo modo, el Programa de Nodos para la Aceleración de Impacto Territorial de la CTCI —del cual forma parte el Nodo CIV-VAL— conecta investigación e innovación con necesidades locales. Este Nodo, que reúne universidades y centros de las regiones de Valparaíso y Coquimbo, busca acelerar el impacto territorial de la CTCI, priorizando el desarrollo a partir de demandas locales.

En esencia, se trata de llevar la ciencia al territorio y traer el territorio a la ciencia. Para el Trabajo Social, la innovación más significativa ocurre al romper silos disciplinares y potenciar la participación ciudadana. Una ciencia con compromiso social implica investigar junto a comunidades vulnerables para resolver problemáticas que ellas mismas identifican, mejorando la vida cotidiana en los territorios.

Además, invita a reflexionar sobre la ética y pertinencia cultural de las intervenciones tecnológicas: ¿Sirven las nuevas tecnologías para incluir a quienes han estado históricamente excluidos, o amplían las brechas? El Trabajo Social aporta una perspectiva ética y de derechos, recordando que el progreso debe medirse según su contribución al bien común y la dignidad humana.

En la Universidad de Valparaíso, esta visión crítica y comprometida de la CTCI se concreta en la labor de nuestra Escuela de Trabajo Social. Con casi 80 años de trayectoria, hemos integrado la vinculación con el medio, la investigación aplicada y la co-construcción de conocimiento como pilares de nuestro quehacer.

El Observatorio de Desigualdades y Políticas Públicas (ODPP) ejemplifica esta convergencia: docentes y estudiantes investigan junto a organizaciones sociales y organismos públicos, generando datos y propuestas para incidir en políticas y programas locales.

Esta labor ha llevado a nuestros/as académicos/as a liderar redes nacionales orientadas al bien público. Por ejemplo, la profesora Elena Salum, coordinadora del ODPP, participa de la Red Académica de Gobierno Abierto de Chile, desde donde la UV fortalece la transparencia y la participación ciudadana. Asimismo, participamos en el Nodo CIV-VAL, convencidos/as de que la colaboración interdisciplinaria es clave para poner la ciencia al servicio del desarrollo territorial.

En síntesis, la experiencia de la Escuela de Trabajo Social UV demuestra que articular la CTCI con el Trabajo Social no solo es posible, sino profundamente fecundo. Cuando la ciencia dialoga con las comunidades, emergen soluciones más pertinentes, legitimidad social para el conocimiento y esperanza en un futuro compartido.

Tal como señala la Agenda Global del Trabajo Social 2020-2030, nuestro desafío es “construir juntos y juntas una transformación social inclusiva”, valorando todas las voces y saberes en el camino. Solo así la ciencia y la innovación cumplirán su promesa de servir al bienestar colectivo, y disciplinas como el Trabajo Social seguirán aportando su mirada humanista para que nadie quede atrás en el avance del conocimiento.