La Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, a través de la Subdirección de Proyectos de Investigación, invita a inscribirse para participar de una actividad informativa sobre el Concurso Fondecyt de Postdoctorado 2022, que se realizará el miércoles 4 de agosto, a las 10:00 horas. Para sumarse a esta cita, que se realizará vía zoom, se solicita inscribirse a través del siguiente formulario.
El link de conexión se enviará a las y los inscritos, a primera hora del día del taller.
El objetivo de este concurso es estimular la productividad y liderazgo científico futuro de personas recién iniciadas en la investigación y que cuenten con grado académico de doctor (según lo previsto en el numeral 4.3 de las presentes bases), mediante la realización de proyectos de investigación con miras a su inserción laboral en el ámbito académico u otro y a su interacción y colaboración con grupos de investigación consolidados.
Revisa las bases del concurso AQUÍ.
COLUMNA DE OPINIÓN
“Necesitamos proponer un plan de desarrollo científico tecnológico y de innovación acorde, que promueva la complejización, agregación de valor y sustentabilidad a las áreas de desarrollo tradicionales de la región, así como fomentar la búsqueda de nuevas fortalezas regionales dando un giro a los desafíos propios para generar conocimiento y tecnologías con potencial valor social y comercial”.
Por Ronny Martínez, PhD, profesor asociado, Departamento de Ingeniería en Alimentos, Universidad de La Serena.
La región de Coquimbo en la actualidad se enfrenta a múltiples desafíos económicos y sociales. Su economía se basa en actividades extractivas como la minería, turismo, agroindustria y pesca de bajo procesamiento y, por ende, de bajo valor agregado, muy dependiente de factores externos como el clima, disponibilidad de agua, demanda internacional de commodities, su valor y el del dólar. Este relativamente volátil modelo económico, junto a la baja complejidad y tecnologización de la industria, sumado a los complejos tres últimos años, ha dificultado el crecimiento sostenido de la riqueza y el bienestar social en la región, con inversión y mejoramiento de infraestructura focalizado en las zonas urbanas, pero con menor crecimiento en las zonas rurales, que representan a un 18 por ciento de la población regional (aproximadamente. 152 mil personas).
Este panorama y sus desafíos nos debe motivar como sociedad a trabajar por un mayor valor agregado a las actividades económicas regionales, a través del fomento de la complejización de los procesos, incorporando mayor tecnología y capacidad humana, mejorando la inversión en infraestructura y su alcance, potenciando la industria sustentable, especialmente en actividades críticas para la región (salud, servicios, educación, turismo y desarrollo científico-tecnológico) creando un ecosistema integrado, inteligente y resiliente que sea una plataforma para el desarrollo social y personal de sus habitantes, sin importar donde vivan.
Para lograr esto, necesitamos proponer un plan de desarrollo científico tecnológico y de innovación acorde, que promueva la complejización, agregación de valor y sustentabilidad a las áreas de desarrollo tradicionales de la región, así como fomentar la búsqueda de nuevas fortalezas regionales dando un giro a los desafíos propios para generar conocimiento y tecnologías con potencial valor social y comercial, siempre coordinado con las capacidades e intereses complementarios de la región de Valparaíso, de manera de generar un polo de desarrollo sustentable en la Macrozona Centro de Chile, basado en el desarrollo de ciencia y tecnología con impacto en la sociedad.
Un ejemplo de este potencial de colaboración es la complementariedad que existe entre disciplinas tradicionales y muy fuertes de las regiones de Coquimbo y Valparaíso, como lo son las Ciencias de los Alimentos y la Ingeniería Bioquímica, respectivamente. Ambas disciplinas son de un interés estratégico para el país, ya que Chile tiene todas las condiciones para ser una potencia alimentaria, pero no lo lograremos exportando fruta fresca. Para dar este salto, necesitamos incorporar tecnologías avanzadas de bioprocesamiento y biotecnología, especialmente enfocados a rescatar biocompuestos y productos basados en estos, de materias primas especializadas y subproductos agroindustriales y pesqueros, apuntando a el establecimiento de procesos circulares en industria su economía.
Esto debe ser complementado con la formación de personas con capacidades acordes para generar investigación, productos y servicios, apuntando a resolver desafíos globales, dando respuesta a las demandas sociales y de mercado actuales y futuras, aprovechando el conocimiento del territorio, sus recursos y la sabiduría tradicional. La Macrozona Centro es rica en productos agroindustriales y pesqueros de alta calidad a nivel global, y su variada estructura cultural ofrece una interesante tradición alimentaria y culinaria.
La reciente ronda de financiamiento de la empresa chilena alimentaria “Not Company” es un vivo reflejo del potencial que existe al combinar una base tecnológica y de desarrollo con las demandas alimentarias globales, logrando una valuación de mercado por sobre mil quinientos millones de dólares.
Si pretendemos tomar esta ruta, como lo propone la iniciativa Nodo CIV-VAL, todos los actores territoriales (sociedad-gobierno-academia-industria) debemos prepararnos y disponernos a salir de nuestra zona de confort para encontrarnos y colaborar abiertamente y con confianza, además de trabajar en el establecimiento de infraestructura regional de rápida respuesta como plataforma de desarrollo de ciencia y tecnología con impacto local y para potenciar el emprendimiento de habitantes y comunidades regionales, lo que sin duda mejorará la participación ciudadana en el desarrollo regional, visibilizando así el impacto de la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en el territorio.
En dos reuniones, que contaron con la presencia de actores clave del territorio de las regiones de Valparaíso y Coquimbo y que contribuyeron de manera participativa a identificar brechas y propuestas de acciones, el Nodo CIV-VAL recogió valiosos insumos para lo que será el diagnóstico del desarrollo de la CTCi en la macrozona.
Con el objetivo de identificar brechas y oportunidades de articulación en el ecosistema de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de la Macrozona Centro, el pasado 27 y 28 de julio, el Nodo CIV-VAL realizó dos jornadas de trabajo virtual en los que participaron actores clave del territorio de las regiones de Valparaíso y Coquimbo.
Cabe recordar que la iniciativa “Articulación y consolidación del Nodo ‘CIV-VAL’ para la aceleración del impacto territorial de la CTCi en la Macrozona Centro” es financiada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y ejecutada por ocho instituciones de las regiones de Valparaíso y Coquimbo (PUCV, UV, UTFSM, ULS, UCN, CINV, CEAZA, CREAS), quienes se encuentran trabajando colaborativamente para identificar las brechas que han limitado el desarrollo científico en el territorio para implementar acciones piloto que las aborden.
En esta oportunidad, las jornadas de trabajo contaron con la presencia de representantes de la academia, centros de investigación, sector público y privado y la sociedad civil, quienes trabajaron en grupo, generando un diálogo participativo en torno a los siguientes ámbitos: capital humano, sector productivo, innovación CyT, investigación, vinculación con la ciudadanía, infraestructura y equipamiento, entre otros tópicos relevantes dependiendo de cada una de las regiones.
En esa línea, el director ejecutivo del Nodo CIV-VAL y director de Incubación y Negocios de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Etienne Choupay, aseguró que “se trata de una instancia honesta de trabajo para contribuir al desarrollo de la CTCi en nuestras regiones, en un marco de descentralización y con un espíritu mancomunado, entre las ocho instituciones que ejecutan esta alianza estratégica”.
También participó de esta instancia Aisén Etcheverry, directora de la ANID: “El trabajo regional, generalmente, es bien desafiante, por lo que el Nodo CIV-VAL nos da la oportunidad de fomentar la ciencia local, impulsar la vinculación con las necesidades de los territorios y utilizar el conocimiento colectivo para potenciar de manera efectiva y honesta el trabajo en regiones”, explicó.
Asimismo, Marcelo Olivares, director alterno del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte (UCN), sede Coquimbo, señaló que “el Nodo se aboca a un enfoque participativo, ya que muchas veces no es sencillo comprender cómo la CTCi impacta en el territorio. Por lo que la invitación es a colaborar y a coproducir esta hoja de ruta”.
De esta forma, los asistentes tuvieron la posibilidad de dialogar de manera participativa sobre las brechas del ecosistema de CTCi y proponer posibles acciones, que aportarán en el diagnóstico en el que trabaja el Nodo CIV-VAL. Para finalizar, se generó un espacio para identificar iniciativas de vinculación de actores y/o proyectos de I+D exitosas por su impacto territorial.
El área, que está ubicada en el barrio San Juan de la comuna porteña y que contiene fósiles de 10 millones de años de antigüedad, fue designada “Geositio” por la Sociedad de Geología de Chile.
Por CEAZA
Benjamín Araya, tesista de geología de la Universidad del Alba, integrante del laboratorio de Paleontología del CEAZA e iniciador de las gestiones para el reconocimiento del lugar, explica que la designación de “Geositio” para el Parque El Culebrón de Coquimbo, por parte de la Sociedad de Geología de Chile, “es una gran señal para proteger el patrimonio educativo, cultural y científico de la ciudad de Coquimbo”. Por su parte, su tutor de tesis, el Dr. Marcelo Rivadeneira, paleontólogo del CEAZA, agrega que la designación permitiría darle más fuerza y sentido a futuras medidas de uso sustentable del parque.
Araya señala que nuestro país cuenta con muchos geositios conocidos, pero la mayoría de ellos no tiene la protección necesaria. Debido a esto, la Sociedad Geológica de Chile se ha enfocado en generar un inventario a nivel nacional, para avanzar en su protección.
El lugar de 45 hectáreas, se extiende desde su ingreso en la avenida México del barrio San Juan, al costado del punto limpio de Coquimbo. Por el sur, alcanza el inicio de avenida Portugal, hasta el sector de canchas de fútbol. En el área se han encontrado vestigios de ballenas de períodos en que el mar habría cubierto el sector. Además, se ha sabido de la presencia de restos fósiles de pelagornis, pariente de los pelícanos y la única ave con proyecciones dentales de la que se tiene conocimiento.
“Reconocidos investigadores, que han aportado al conocimiento geológico del país, han estado en El Culebrón analizando los sedimentos marinos depositados hace unos 10 millones de años, como también las terrazas marinas que conforman el paisaje del Parque. Esto abre una gigantesca ventana para Coquimbo en el ámbito de las ciencias de la Tierra, y conlleva a nuevas interrogantes y atractivos científicos, registrados en los sedimentos del Parque”, detalla el también investigador asistente del Paleolab CEAZA.
Por otro lado, el Dr. Rivadeneira explica que las solicitudes de nombramiento de geositios requiere de una visación por parte de un panel de expertos que concluye tales designaciones. En ese marco, el Directorio de la Sociedad Geológica de Chile encomendó al destacado geólogo nacional Dr. Reynaldo Charrier la presentación del geositio, con aporte del investigador Diego Partarrieu.
Según explica Araya, el hecho de que al interior de Coquimbo se encuentre un geositio, implica que los mismos habitantes tienen la oportunidad de acercarse a temas relacionados con la geología y la historia natural de su zona.
“Las personas de Coquimbo tienen posibilidades para aprender desde la antigua fauna que alguna vez vivió ahí, hasta reconocer la geología del Parque y cómo interactúa con la flora y fauna actual. Dejando un claro traspaso de la experiencia a las futuras generaciones”, afirma.
Benjamín Araya, de 26 años, asegura que su motivación para gestionar la nominación del Parque El Culebrón fue el enorme valor patrimonial del lugar para la ciudad de Coquimbo, junto con ofrecer a la población la oportunidad de enriquecerse culturalmente, pese a diversas dificultades que presenta su cuidado.
“A ese patrimonio, no se le ha dado la relevancia e importancia que merece. Actualmente, las inmediaciones del Parque se encuentran con basurales, que los mismos vecinos han estado enfrentando y tratando de encontrar alguna solución”, plantea.
Araya ha sido parte del Paleolab CEAZA desde el 2019, donde -comenta- fue recibido con mucho ánimo y entusiasmo por el Dr. Rivadeneira.
“Desde entonces trabajar con Marcelo ha sido una experiencia tremenda. A pesar de la gran trayectoria que él posee, jamás ha interpuesto alguna idea suya, al contrario, ha impulsado las áreas de mi propio interés. El resultado de esto, se refleja en los dos años que llevo en el Paleolab, donde he logrado desarrollar proyectos e investigaciones de iniciativa propia, en los cuales Marcelo ha sido el motor principal y el que ha provisto las herramientas necesarias para llevarlo a cabo, como es el caso del geositio Parque El Culebrón y el proyecto Fondecyt donde soy parte de su equipo”, asevera.
Lee la nota original en CEAZA.
La actividad se realizará el próximo viernes 30 de julio a las 17:00 horas y contará con la participación de María José Vilches, especialista en restauración de islas, Island Conservation.
A través del trabajo colaborativo materializado en la Mesa de Conservación del Yunco, ave marina endémica de la corriente de Humboldt, presente en las costas de Perú y Chile, diferentes instituciones públicas, agencias estatales y organizaciones no gubernamentales, coordinadas por el Centro Científico CEAZA, trabajan para contribuir a la conservación de esta especie amenazada, abordando principalmente el peligro que representa la luz de origen artificial.
De esta forma, se busca delimitar las acciones para el rescate y liberación del ave, particularmente en la localidades de Punta de Choros, en la región de Coquimbo, —junto a Caleta Chañaral de Aceituno, Parque Nacional Llanos de Challe, Parque Nacional Isla Pan de Azúcar, en la Región Atacama—, donde se encuentran las mayores colonias reproductivas de la especie en Chile y donde se registra el mayor número de varamientos de yuncos.
Por lo mismo, el próximo viernes 30 de julio a las 17 horas se realizará la charla online “Restauración de Colonias de Yunco en Isla Chañaral”. La presentación estará a cargo de María José Vilches, especialista en restauración de islas de Island Conservation.
INSCRIPCIONES AQUÍ.
Más información sobre la conservación de esta especie en CEAZA.
El evento, organizado por la seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de la Macrozona Centro, busca resaltar la labor de los investigadores e investigadoras de las regiones de Valparaíso y Coquimbo.
Durante el mes de julio “Panorama Científico” se llevará a cabo el martes 27 a las 17:30 horas y su foco será el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas, Salud y Bienestar. En esta oportunidad, la actividad será moderada por Andrea Calixto , Investigadora Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV) y académica de la Universidad de Valparaíso y será transmitida por el canal de YouTube de Minciencia.
Cabe mencionar que cada edición de este ciclo de webinars está enfocado en el vínculo de la ciencia regional con uno de los objetivos de desarrollo sostenible impulsados por las Naciones Unidas (ODS). Estos objetivos, también conocidos como Objetivos Mundiales, fueron adoptados por los estados miembros de Naciones Unidas el 2015 y son un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030.
La actividad busca dar a conocer el trabajo científico macrozonal a un público amplio, estimular la interacción multidisciplinaria y promover el conocimiento colectivo con la mirada puesta hacia una sociedad diversa e inclusiva. De esta forma, se espera contribuir a que la ciencia, la tecnología, la innovación y la generación del conocimiento se conviertan en un sello identitario de las regiones de Valparaíso y Coquimbo, y que esto, a su vez, permita la generación de un círculo virtuoso para todos los sectores de la sociedad.
Las charlas fueron postuladas a través de una convocatoria abierta, tras lo cual se seleccionaron las siguientes exposiciones.
Ecohealth: ser humano y medio ambiente desde la salud primaria , presentada por la investigadora de UCN Lizet Veliz.
La ponencia mostrará cómo la crisis sanitaria actual, transformada en crisis económica y social, producto de un virus, el COVID-19, es el resultado de la forma en cómo los seres humanos habitan, producen y consumen en un mundo los recursos naturales reducidos y vulnerables, cuyo ecosistema global ha cambiado de manera drástica en estos dos últimos siglos. Considerando estos elementos, el equipo de salud de atención primaria no debe estar ajeno a este escenario, y se requiere avanzar en el desarrollo de estrategias y acciones que permitan cuidar a los seres humanos y a la naturaleza desde una perspectiva de equidad y justicia social. La expositora es académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte, Doctora en enfermería y Magíster en Salud Pública. Actualmente es presidenta de la agrupación de enfermeras ecologistas de Chile y líder del grupo de trabajo Buen Convivir de ANHE Latinoamérica (Alliance of Nurses for Healthy Environments).
Condición física en la infancia como predictor de salud cardiovascular y metabólica a cargo de Johana Soto Académica de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Doctora en Nutrición y Alimentos (U CHILE), Magíster en Entrenamiento Deportivo (U Mayor) y Profesora de Educación Física (UPLA).
Su exposición trata sobre cómo la condición física ha sido por décadas una de las variables más estudiadas en el ámbito de las ciencias de la actividad física y del deporte. Sus inicios están centrados en el análisis de la performance de deportistas. Estudios recientes han mostrado que una adecuada condición física en la infancia es un factor protector de salud actual y futura de niños, niñas y adolescentes y que puede ser modificada con estilos de vida activo, así como, disminución del comportamiento sedentario.
Tejidos con capacidades regenerativas y su uso clínico, a cargo de Sebastián San Martín.
Esta presentación se referirá al uso de células y tejidos con capacidades regenerativas han alcanzado en los últimos años un fuerte impulso y desarrollo. Ciertos tejidos considerados como desechos biológicos como son la placenta y la membrana amniótica, permiten su estudio y la posibilidad de utilizarlos en diferentes condiciones que afectan la salud humana. Promover mediante el conocimiento los fines terapéuticos de estos tejidos permitirá ampliar la donación de ellos con estos fines y ampliar nuestras capacidades de desarrollo e innovación en salud. El Dr San Martín es de profesión matrón, Doctor en Biología Celular y Tisular por la Universidad de Sao Paulo-Brasil, Profesor Titular de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, investigador del Centro de Investigaciones Biomédicas de esta casa de estudios y Director del programa de Doctorado en Ciencias e Ingeniería para la Salud de la Universidad de Valparaíso.
Algoritmos inteligentes para radioterapia cuyo expositor será Guillermo Cabrera Ingeniero Civil Informático y Magíster en Ingeniería Industrial de la PUCV, y doctor en ciencias de la ingeniería de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda). Actualmente es Profesor Auxiliar en la Escuela de Ingeniería Informática de la PUCV.
Su charla abordará el problema de generación automática de tratamientos para el cáncer considerando múltiples criterios. En particular, se revisará la complejidad de seleccionar ángulos de radiación y cómo los algoritmos inteligentes pueden apoyar la toma de decisiones de los médicos tratantes.
La actividad, contará con la presencia de la Seremi de Ciencia de la Macrozona Centro, María José Escobar y de otras autoridades macrozonales del área de la salud, por confirmar.
COLUMNA DE OPINIÓN
A nivel nacional encontramos una fuerte disminución entre el año 1997 y 2020. Al respecto, las cifras indicaron que, en los primeros registros, en promedio cada colmena producía entre 50 y 80 kilos, disminuyendo a un rango entre 10-15 kilos en la temporada 2019-2020.
Por Dr. Ariel Muñoz, investigador y académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV)
Una tesis de la estudiante de último año de Geografía PUCV, Martina Gajardo, despertó nuestro interés por estudiar cómo el cambio climático ha impactado en la producción de miel en las zonas central y sur del país. Los resultados de su trabajo, nos permitieron constatar que los apicultores de la zona central de nuestro país están implementando una serie de acciones para adaptarse y contrarrestar las pérdidas que han tenido en su producción, a causa de la megasequía que afecta hace años a esta zona.
Algunas de estas acciones están directamente vinculadas con la recuperación de la flora nativa y especies melíferas, la sanitización de colmenas y la trashumancia. En este contexto, llama la atención que los apicultores de la zona central estén trasladando sus colmenas hacia el sur en búsqueda de floraciones, lo que estaría provocando algunas complicaciones a los productores locales a raíz del aumento de la carga apícola, que se refiere a la cantidad de colmenas que pueden permanecer saludables y productivas, sin competir, en una determinada zona.
Este fue el punto de partida para un estudio interdisciplinario en que analizamos desde la perspectiva del riesgo climático, los cambios que ha tenido la producción de miel entre Valparaíso y Chiloé, el impacto que esto ha tenido en las áreas rurales y los consecuentes impactos sociales y ecológicos de esta situación.
Entre los resultados pudimos constatar una disminución en la producción de miel en Chile en los últimos 25 años, que llega a un 90% en la zona central y que sobrepasa el 50% en el sur del país, lo que se explicaría por los fuertes cambios en el clima de los últimos años, lo que ha provocado una larga sequía y un aumento de eventos extremos como olas de calor y lluvias intensas y erráticas. A esto, debemos sumar una disminuido de la oferta floral en la última década, lo que ha provocado una menor disponibilidad de néctar y polen, las principales materias primas que ocupan las abejas para producir miel.
A nivel nacional encontramos una fuerte disminución entre el año 1997 y 2020. Al respecto, las cifras indicaron que, en los primeros registros, en promedio cada colmena producía entre 50 y 80 kilos, disminuyendo a un rango entre 10-15 kilos en la temporada 2019-2020.
Si llevamos este análisis a la zona central, donde se encuentra la Región de Valparaíso, la situación es aún más dramática, pasando de una producción promedio de 30 kg por colmena en 1997 a solo 2-3 kg en la temporada 2019-2020, incluyendo casos de apicultores en que la producción fue “cero”. Esta brusca reducción explicaría el por qué los apicultores de esta zona han decidido llevar sus panales al sur. Este traslado puede también generar impactos en las colmenas trasladadas, y en los apicultores de la zona sur. Esto último debido al aumento de la carga apícola y al potencial traslado de enfermedades, causando externalidades negativas a los productores locales, como algunos de ellos señalan.
De los distintos factores que influyen en la producción de miel, las variaciones del clima son muy importantes. La sequía que efecta fuertemente la macrozona central, junto con la degradación y pérdida de vigor del bosque nativo, acompañada en muchos casos de la expansión de la agricultura, han provocado una disminución de los recursos florales de la vegetación nativa, reduciendo el alimento para las colmenas. De igual manera, existe un peligro latente para las abejas asociado al uso excesivo de agroquímicos que no solo pone en riesgo su supervivencia, sino que además favorece el desarrollo de enfermedades y expone la producción de miel a contaminación que, además de constituir un riesgo para la salud de los consumidores, puede también dificultar el acceso a mercados internacionales para los productores.
Este diagnóstico ratifica la urgencia de avanzar en la protección y restauración del bosque nativo y los recursos melíferos, así como de trabajar en adaptación del sector apícola ante los desafíos del cambio climático. Algunos aspectos fundamentales siguen siendo: Reducir las externalidades de otros rubros productivos sobre la apicultura; Avanzar en monitoreo, modelación y predicción de las condiciones de producción apícola; Avanzar en tecnologías de información ambiental y social para la adaptación al cambio climático, entre otros
A 25 metros de profundidad y 500 de la costa, la herramienta medirá hasta agosto tiempos de arribo y desarrollo de marejadas.
Un perfilador de corriente acústico Doppler (ADCP, por sus iniciales en inglés) fue instalado en la bahía de Valparaíso, a 25 metros de profundidad y a 500 metros de la costa, con el objetivo de registrar corrientes, mareas y oleajes durante julio y agosto, en un esfuerzo conjunto entre la Escuela de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso, el Bote Salvavidas y la empresa Ecotecnos.
La iniciativa es puesta en marcha por el Sistema de Alerta de Marejadas UV, por medio un proyecto Fondef IDEA I+D de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, para desarrollar una escala de impacto de marejadas para la comunicación efectiva, que permitirá disminuir el riesgo de desastre.
Mauricio Molina, académico de Ingeniería Civil Oceánica y director del Sistema de Alerta de Marejadas UV, explica que el “ADCP es capaz de medir oleajes, corrientes y mareas, permitiéndonos recoger información sobre cómo se desarrollan estos fenómenos durante los meses de julio y agosto, para compararla con los pronósticos que realiza nuestro Sistema de Alerta de Marejadas”.
“Dentro de los distintos parámetros que se pueden revisar con este tipo de estudio se cuentan la magnitud, los tiempos de arribo y desarrollo de las marejadas, la hora en que el fenómeno está llegando, en qué momento se alcanza el máximo y cuáles son sus intensidades medias y máximas, es decir, permite tener una radiografía completa del evento de marejadas”, agrega.
Molina comenta que este tipo de mediciones “indica cuáles son las áreas del Océano Pacífico donde el modelo de pronóstico funciona mejor, ya que podría funcionar solo para las olas que vienen del Pacífico Sur o del Pacífico Norte, o de ambos. Esas preguntas queremos responder con estas mediciones dentro de la bahía”.
El académico comenta que “la instalación del dispositivo se enmarca en el proyecto Fondef como parte del calendario de actividades que se van a ir desarrollando permanentemente. En los próximos meses vamos a estar instalando un instrumento adquirido por la UV en el marco de este proyecto, para el cual en estos momentos se está construyendo la estructura de fondeo”.
“Este proyecto incorpora una serie de mediciones y la instalación de cámaras, para monitoreo de las marejadas y sus impactos, junto con mediciones y observaciones costeras de sus impactos. La instalación del ADCP estuvo a cargo de la embarcación Atlantis del Bote Salvavidas, un piloto y dos buzos”, añadió.
Hugo Montenegro, capitán del Bote Salvavidas de Valparaíso, destacó la “relación estrecha con el equipo docente de Ingeniería Civil Oceánica UV y en especial con el académico Mauricio Molina en el desarrollo de este proyecto sobre medición de marejadas, que ha ido creciendo por su relevancia”.
“Se trata de una iniciativa pionera en Chile, Latinoamérica y el mundo, de una importancia fundamental para todos aquellos que estamos ligados al ámbito del trabajo marítimo-portuario, costero y turístico. Contamos con la retroalimentación de docentes UV que nos han capacitado en el Sistema de Alerta de Marejadas, que es una herramienta fundamental para nuestra actividad de rescate de vidas humanas en el mar”, puntualizó.
Junto a los buzos del Bote Salvavidas y al personal de la empresa Ecotecnos, la instalación del ADCP estuvo a cargo de Sebastián Correa, encargado del Sistema de Alerta de Marejadas UV; Rodrigo Campos, encargado del Laboratorio de Simulación Física de Ingeniería Civil Oceánica; y Mauricio Molina, director del Sistema de Alerta de Marejadas UV.
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COLUMNA DE OPINIÓN
“¿Cuál es el denominador común en estas propuestas? El trabajo colaborativo entre las distintas formaciones científica profesionales, dejando a un costado los egos. Aquí todos somos inventores e inventoras, muy distinta a la cultura de los artículos científicos en que necesariamente hay un primer autor y uno de correspondencia”.
Por Caroline Weinstein Oppenheimer, profesora titular en Escuela de Química y Farmacia, Facultad de Farmacia, Universidad de Valparaíso.
Elaborar hipótesis, desafiarlas para luego moldear una creación que pueda alcanzar el mercado y transformar la vida de las personas ¿Se puede hacer en modo ermitaño? Tal vez sí, pero qué extraordinario y efectivo es el proceso de creación colectiva.
Sobre este último quiero comentar, haciendo un poco de historia sobre el desarrollo del Sistema de Implante Integrado de piel creado por el que en su momento denominé grupo de Ingeniería de Tejidos de la Región de Valparaíso.
La historia comienza en 2001, a mi regreso a la UV, luego de concluir el doctorado en EEUU. El Director de Investigación me contacta con el Dr. Manuel Young, de la USM, para presentar un proyecto FONDEF sobre el uso de células de piel encapsuladas en fibrina para tratar las lesiones de grandes quemados.
El proyecto fue adjudicado y dirigido por el Dr. Young con una mentalidad multidisciplinaria en que nos sentábamos a la mesa de discusión, biólogos, químicos, farmacéuticos, tecnólogos médicos, estadísticos, ingenieros químicos, en alimentos, industriales y comerciales, un cirujano plástico y un médico veterinario. Lo que permitió ir moldeando el producto acorde a los resultados experimentales, la visión de los científicos, del cirujano que lo iba a aplicar y del ingeniero comercial que lo quería poner en el mercado.
Así fue como el cirujano dijo que el sistema de cápsulas milimétricas no era práctico para grandes heridas y que demandaba un parche. El equipo puso su talento a trabajar y transformamos unas cápsulas de fibrina en un parche en que las células se inmovilizaban dentro de un coágulo de la misma. Primero, se llamó Sistema de Implante Integrado y fue patentado en Chile y EEUU. Más adelante adquirió el nombre comercial de Inbioderm©.
En paralelo se crea Inbiocriotec S.A, un spin-off para comercializar este producto, liderado por empresas de la región de Valparaíso, siendo el socio mayoritario el IST. Contando con la participación de SILOB, otra empresa porteña y los socios NEOS, Everest y LBO. Tres de las universidades regionales tradicionales de la región también forman parte de este consorcio: UV, USM y UPLA.
La empresa cuenta actualmente con dependencias especializadas y dedicadas a la producción de tres variantes de Inbioderm; matriz, matriz con fibrina y matriz con células madre. Funciona al alero del IST en sus dependencias de Viña del Mar, y conduce un ensayo clínico para evaluar el producto en úlceras de pie diabético. Además, Inbioderm© se ha aplicado en más de 150 pacientes y se usa regularmente en el IST.
Es así como la innovación nunca se acaba. Inbioderm sirvió de inspiración para un nuevo producto actualmente en desarrollo, a través del proyecto FONDEF ID19I10028, y que consiste en incorporar a la matriz polimérica extractos vegetales, con el fin de potenciar su capacidad cicatrizante. En este nuevo desarrollo, colabora Inbiocriotec S.A y el Laboratorio fitofarmacéutico Ximena Polanco. Este proyecto permite potenciar el uso de una planta que crece en nuestro territorio y que se usa en la medicina tradicional.
Pero la innovación no acaba aquí, la estudiante de último año del doctorado de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, Carolina Flores, trabajando con el Dr. Agustín Martínez del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, observó que una molécula con efectos inhibitorios sobre un importante canal celular, aportaba a la cicatrización de heridas in vitro e in vivo. Surge así nuestro último proyecto sometido a FONDEF 2021 para crear un parche para la curación de heridas que incorporaría estas características novedosas, para mejorar la cicatrización y permitir controlar el dolor en úlceras venosas.
¿Cuál es el denominador común en estas propuestas? El trabajo colaborativo entre las distintas formaciones científica-profesionales, dejando a un costado los egos. Aquí todos somos inventores e inventoras, muy distinta a la cultura de los artículos científicos en que necesariamente hay un primer autor y uno de correspondencia.
“El gran desafío es lograr la articulación y sinergias que existen en sistemas regionales de innovación más maduros, que se caracterizan por una alta fluidez y absorción del conocimiento. Como además se trata de una mirada macrozonal, hay que articular el trabajo en dos regiones diferentes“.
La seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de la Macrozona Centro, María José Escobar, ha estado ligada, desde los inicios de su carrera, al ecosistema de CTCi. Oriunda de Viña del Mar, estudió Ingeniería Civil Eléctrica en la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM); luego, colaboró en el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV) para, posteriormente, sumarse a la planta académica del Departamento de Electrónica de la USM y al Centro Avanzado de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (Ac3E).
En diciembre de 2019 asumió la Secretaría Ministerial de la cartera de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en las regiones de Coquimbo y Valparaíso, donde ha destacado por su liderazgo y preocupación por vincular a la ciudadanía con la ciencia.
Hoy, es parte del Comité de Coordinación Macrozonal del Nodo CIV-VAL, al que califica como un enorme aporte para el desarrollo socioeconómico de ambas regiones.
—¿Cuál es la importancia de que exista una iniciativa como el Nodo CIV-VAL, y de qué forma puede aportar al desarrollo de la ciencia, tecnología, conocimiento e Innovación en la Macrozona Centro?
—Como parte de la institucionalidad de la Ciencia y la Tecnología, tenemos muy claro que tanto la generación del conocimiento como los avances tecnológicos han alcanzado velocidades sin precedentes, lo que sumado a los cambios en los ámbitos productivos, hacen prácticamente imposible acceder y procesar todo ese nuevo conocimiento.
Además, el equipo de nuestra Secretaría Regional es pequeño y por tanto nuestra capacidad limitada para levantar la información necesaria y realizar un adecuado diagnóstico que identifique fortalezas, capacidades y determine brechas existentes para que este conocimiento científico se refleje en el sector productivo y en la identidad territorial.
El Nodo CIV-Val aporta enormemente en esta línea, de levantar de forma sistemática las fortalezas y debilidades del sistema macrozonal de innovación, y entregar información relevante que permita ir cerrando estas brechas.
—Desde su punto de vista, ¿cuáles son los principales desafíos que se deben enfrentar para impulsar la aceleración del impacto territorial de la CTCi en la zona?
—En primer lugar, es vital levantar y sistematizar toda la información en cada una de las regiones que conforman la macrozona. Esto implica identificar a todos los actores relevantes del ecosistema, los niveles de avance de cada una de las disciplinas y los niveles de interacción que hay entre ellos.
También es destacable, el gran desafío es lograr la articulación y sinergias que existen en sistemas regionales de innovación más maduros, que se caracterizan por una alta fluidez y absorción del conocimiento. Como además se trata de una mirada macrozonal, hay que articular el trabajo en dos regiones diferentes.
Lo anterior no sería un desafío si el sistema fuera estático, pero muy por el contrario, es evolutivo y cambia rápidamente. Además, la institucionalidad científica del país ha tenido cambios importantes que esperamos que se traduzcan en un fortalecimiento en el sistema CTCi
—¿De qué forma se pueden complementar las capacidades científicas de las regiones de Valparaíso y Coquimbo para el desarrollo del país?
—Una primera impresión que varias personas nos han compartido, es no ver muchas sinergias entre ambas regiones e incluso en Coquimbo nos comentaron que hay una mayor identificación con el norte que con la zona centro. Esto podría tener sentido si solo miramos la parte económica o productiva de la región, pero si centramos el foco en el desarrollo científico y de investigación en general, observamos que las dificultades que se enfrentan son similares: la distancia entre la academia y la industria, la articulación con actores y servicios públicos, la relación con la comunidad local, la carrera científica o del investigador, el funcionamiento con los niveles de centralización existentes a nivel nacional, entre muchos otros temas comunes.
Hay disciplinas específicas que se desarrollan en ambas regiones: el tema hídrico, la biología marina, energías limpias y nos hemos enterado que hay colaboración en astronomía y astrofísica, ecología, entre varias otras.
En el tiempo transcurrido de la instalación de nuestro Ministerio hemos observado que en diversas actividades que hemos organizado llevado adelante se han generado nuevos contactos que esperemos que se materialicen en colaboraciones concretas.
—¿Cuán necesario es vincular a la ciudadanía con la ciencia y de qué manera se puede avanzar hacia ese propósito?
—Es muy necesario que la ciudadanía se apropie de la ciencia porque a través de ella avanzamos como humanidad. Nada se saca con descubrir muchas cosas interesantes o responder grandes preguntas complejas si dicho conocimiento no se incorpora en el hacer de las personas e instituciones.
Buscando esta conexión y que la ciudadanía se apropie del conocimiento científico, llevamos más de cinco sesiones de nuestro Panorama Científico que se transmite por el canal de Youtube del Ministerio de Ciencia. Es una actividad mensual en donde reunimos académicos para que presenten sus proyectos de investigación en un formato sencillo y breve a un público general.
Los proyectos a presentar se han organizado en torno a los objetivos sostenibles de la ONU a los cuales se convocaron los investigadores y obtuvimos una excelente tasa de respuesta, lo que además evidencia que los investigadores sí quieren relacionarse con la ciudadanía.
La experiencia con el Panorama Científico es solo un ejemplo de muchas vías que pueden generarse para acercar la ciencia a la ciudadanía.
—¿Cuál es el papel del emprendimiento y la innovación al momento de potenciar el desarrollo social y económico de las dos regiones?
—Para esta pregunta cabe destacar que como Ministerio de Ciencia, los emprendimientos que se buscan promover, son aquellos de base científico tecnológica, así mismo la innovación que se genera producto del conocimiento desarrollado en diversas disciplinas. Dicho esto, el rol de estos emprendimientos es crucial en momentos en que se requiere que nuestro país diversifique su matriz productiva y agregue mayor valor a su oferta exportadora.
Las empresas de base científica y tecnológica (EBCT) no solo representan una oportunidad para aumentar la investigación y desarrollo sino también para ampliar las posibilidades de empleos más calificados y para un capital humano avanzado que tiene mucho que aportar en ambas regiones y a la sociedad completa. El optar por mejores empleos, genera en sí un desarrollo social y económico sostenible desde nuestros territorios.