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Carmen Soto, investigadora CREAS: “El Nodo CIV-VAL permitirá visibilizar e impulsar el sector a través de un trabajo colaborativo y complementario”

“Me parece muy bien centrar parte de las investigaciones en torno a la alimentación, ya que es una problemática que existe y que seguirá existiendo, sobre todo con los problemas del cambio climático y el aumento de la población”.

La ingeniera civil bioquímica y doctora en Ciencias de la Ingeniería, Carmen Soto, ingresó en el año 2008 como investigadora al Centro Regional de Estudios en Alimentos Saludables de Valparaíso (CREAS), donde ha desarrollado su carrera enfocada, principalmente, en los bioprocesos, la ingeniería aplicada a los alimentos y la biotecnología industrial. 

“Durante los últimos años, he centrado mi trabajo en la revalorización de residuos y la recuperación de biomoléculas. En el Centro hacemos ciencia, pero también harta investigación aplicada para poder dar soluciones a ciertos actores de la cadena alimentaria”, sostiene la experta, que también se refirió al potencial que tiene la Macrozona Centro para desarrollar investigaciones de calidad y cuán importante es la educación alimentaria para la sociedad.

¿Qué te parece que exista una iniciativa como el Nodo CIV-VAL y de qué forma puede aportar al desarrollo de la Macrozona Centro?

—Me parece muy bien que existan este tipo de programas como el Nodo CIV-VAL que permitan visibilizar e impulsar el sector a través de un trabajo colaborativo y complementario. Porque, en ocasiones, los investigadores no sabemos qué están haciendo los otros centros y, en esa línea, la comunicación es fundamental. 

La región de Valparaíso es un sector que por muchos años se ha descrito como una zona universitaria, donde se genera bastante investigación. Por lo mismo, creo que es importante potenciarlo para que se nos considere como un actor relevante a nivel país y se demuestre que aquí también se puede hacer ciencia, innovación, investigación y emprendimientos de calidad. 

Me parece muy bien centrar parte de las investigaciones en torno a la alimentación, ya que es una problemática que existe y que seguirá existiendo, sobre todo con los problemas del cambio climático y el aumento de la población; hay una obligación de cubrir esta necesidad. Enfocarnos en esa área siempre será esencial para tener una seguridad alimentaria de todo tipo: tanto de disponibilidad, como de acceso. 

Desde tu experiencia como investigadora, ¿cuáles piensas que son las principales fortalezas y debilidades de la Macrozona Centro en torno a la CTCi?

—El problema mayor de la región está enfocado en la falta de agua y es algo que habrá que sopesar y mejorarlo. Además, como sector industrializado hay que darle énfasis a la generación de emprendedores para que tengan ganas e interés de instalarse acá. Eso mismo impulsará, por ejemplo, el desarrollo agronómico o el área de procesos. Por otro lado, creo que nuestra gran ventaja en la macrozona es la diversidad: tenemos un sector que es rico en conocimiento, tanto científico como aplicado; con grandes universidades y centros de investigación en ambas regiones. De cierta forma, estamos todos remando hacia la misma meta y eso es una gran fortaleza.

¿Cómo evalúas la vinculación y el trabajo asociativo en la zona?

—Es un punto débil, todavía hay una deuda desde el mundo gubernamental o político. Además, hace falta sinergia entre los centros de investigación, el mundo académico y las empresas, ya que la desconfianza de las grandes industrias todavía existe. Muchas veces, el concepto que tienen las grandes industrias o algunos emprendedores de desarrollo es muy distinto al que tenemos nosotros, los investigadores e investigadoras, por lo que hay que generar una mayor divulgación y difusión para mostrar, de una forma adecuada, cuáles son los alcances que tiene la investigación y generar las expectativas correctas. 

¿Por qué crees que es importante vincular e informar a la ciudadanía respecto a las investigaciones científicas en el área de los alimentos?

—Es esencial porque es importante que la gente sepa qué está comiendo, por qué y para qué. Es vital que empiecen a adquirir conocimientos desde pequeños para poder empoderarse, tomar mejores elecciones y presionar a la industria alimentaria para obtener otro tipo de alimentos o cubrir otras necesidades. La gente se interesa porque es algo que conoce. Por ejemplo, a los niños les explicamos que la mamá y el papá hacen ciencia en la cocina y que eso genera conocimiento, por lo que lo sienten cercano y saben que les afecta directamente. Esto genera que, en algún momento, la empresa que elabora alimentos tenga que hacer un cambio de switch para poder satisfacer las necesidades de sus consumidores, ya sea porque, como industria, tienen una conciencia real o porque quieren mantener al cliente. En esa línea, es clave que las personas tengan conocimientos de ciencia.