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Ronny Martínez, profesor ULS: Los actores territoriales debemos salir de nuestra zona de confort para colaborar con los objetivos del Nodo CIV-VAL

COLUMNA DE OPINIÓN

“Necesitamos proponer un plan de desarrollo científico tecnológico y de innovación acorde, que promueva la complejización, agregación de valor y sustentabilidad a las áreas de desarrollo tradicionales de la región, así como fomentar la búsqueda de nuevas fortalezas regionales dando un giro a los desafíos propios para generar conocimiento y tecnologías con potencial valor social y comercial”.

Por Ronny Martínez, PhD, profesor asociado, Departamento de Ingeniería en Alimentos, Universidad de La Serena.

La región de Coquimbo en la actualidad se enfrenta a múltiples desafíos económicos y sociales. Su economía se basa en actividades extractivas como la minería, turismo, agroindustria y pesca de bajo procesamiento y, por ende, de bajo valor agregado, muy dependiente de factores externos como el clima, disponibilidad de agua, demanda internacional de commodities, su valor y el del dólar. Este relativamente volátil modelo económico, junto a la baja complejidad y tecnologización de la industria, sumado a los complejos tres últimos años, ha dificultado el crecimiento sostenido de la riqueza y el bienestar social en la región, con inversión y mejoramiento de infraestructura focalizado en las zonas urbanas, pero con menor crecimiento en las zonas rurales, que representan a un 18 por ciento de la población regional (aproximadamente. 152 mil personas). 

Este panorama y sus desafíos nos debe motivar como sociedad a trabajar por un mayor valor agregado a las actividades económicas regionales, a través del fomento de la complejización de los procesos, incorporando mayor tecnología y capacidad humana, mejorando la inversión en infraestructura y su alcance, potenciando la industria sustentable, especialmente en actividades críticas para la región (salud, servicios, educación, turismo y desarrollo científico-tecnológico) creando un ecosistema integrado, inteligente y resiliente que sea una plataforma para el desarrollo social y personal de sus habitantes, sin importar donde vivan.

Para lograr esto, necesitamos proponer un plan de desarrollo científico tecnológico y de innovación acorde, que promueva la complejización, agregación de valor y sustentabilidad a las áreas de desarrollo tradicionales de la región, así como fomentar la búsqueda de nuevas fortalezas regionales dando un giro a los desafíos propios para generar conocimiento y tecnologías con potencial valor social y comercial, siempre coordinado con las capacidades e intereses complementarios de la región de Valparaíso, de manera de generar un polo de desarrollo sustentable en la Macrozona Centro de Chile, basado en el desarrollo de ciencia y tecnología con impacto en la sociedad.

Un ejemplo de este potencial de colaboración es la complementariedad que existe entre disciplinas tradicionales y muy fuertes de las regiones de Coquimbo y Valparaíso, como lo son las Ciencias de los Alimentos y la Ingeniería Bioquímica, respectivamente. Ambas disciplinas son de un interés estratégico para el país, ya que Chile tiene todas las condiciones para ser una potencia alimentaria, pero no lo lograremos exportando fruta fresca. Para dar este salto, necesitamos incorporar tecnologías avanzadas de bioprocesamiento y biotecnología, especialmente enfocados a rescatar biocompuestos y productos basados en estos, de materias primas especializadas y subproductos agroindustriales y pesqueros, apuntando a el establecimiento de procesos circulares en industria su economía.

Esto debe ser complementado con la formación de personas con capacidades acordes para generar investigación, productos y servicios, apuntando a resolver desafíos globales, dando respuesta a las demandas sociales y de mercado actuales y futuras, aprovechando el conocimiento del territorio, sus recursos y la sabiduría tradicional. La Macrozona Centro es rica en productos agroindustriales y pesqueros de alta calidad a nivel global, y su variada estructura cultural ofrece una interesante tradición alimentaria y culinaria.

La reciente ronda de financiamiento de la empresa chilena alimentaria “Not Company” es un vivo reflejo del potencial que existe al combinar una base tecnológica y de desarrollo con las demandas alimentarias globales, logrando una valuación de mercado por sobre mil quinientos millones de dólares.

Si pretendemos tomar esta ruta, como lo propone la iniciativa Nodo CIV-VAL, todos los actores territoriales (sociedad-gobierno-academia-industria) debemos prepararnos y disponernos a salir de nuestra zona de confort para encontrarnos y colaborar abiertamente y con confianza, además de trabajar en el establecimiento de infraestructura regional de rápida respuesta como plataforma de desarrollo de ciencia y tecnología con impacto local y para potenciar el emprendimiento de habitantes y comunidades regionales, lo que sin duda mejorará la participación ciudadana en el desarrollo regional, visibilizando así el impacto de la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en el territorio.